Tuesday, April 11, 2017

Los exiliados del franquismo

Entender los avatares de los exiliados políticos de la dictadura que abatió a los españoles desde 1939 hasta la muerte del dictador en noviembre de 1976 es entender la lucha por la supervivencia de unos ideales y sus gentes.  El exiliado político era hombre y era mujer; era niño y era anciano; hombre de letras y de ciencias, jubilado y jornalero proveniente de la totalidad de una piel de toro maltrecha por tres años de guerra entre hermanos que desembocó, como se menciona con atino en Exilio, en la “saña vengativa” que fue la persecución de los disidentes políticos por la dictadura franquista.  
           El término exiliado aparece por primera vez en 1951 en la Convención de Ginebra con el resurgimiento del concepto estado-nación para referirse a la persona que ya no disfruta de la protección legal de su lugar de procedencia.  Un análisis de los términos empleados para describir la situación del exiliado, tanto el de ayer como el de hoy, nos devuelve la imagen del desplazado en búsqueda constante de su propia identidad. Varios son los términos usados para definir al exiliado.  Juan Ramón Jiménez hizo suyo el término “conterrado”  —importancia del prefijo aquí como nexo simbólico entre su país natal y el de acogida.  Zea nos habla de un “transterrado” José Gao.  Balibrea prefiere el término “desterrados”.  Cualquiera que sea el membrete, el exiliado siempre aparece como el inmigrante, el desplazao, o con suerte, el refugiado a ojos de la sociedad que lo ampara.  Para el disidente rojo, exiliado connota la brutal experiencia de ser expulsado, no solo de tu país, sino de los procesos de modernización social que empezaban a llevarse a cabo bajo la segunda república.  Todos estos términos connotan de igual modo ese esfuerzo por aferrarse al país de uno mientras se iban forjando una identidad entre las nuevas culturas que los acogieron.
            Los primeros desplazamientos de población empezaron inmediatamente después del comienzo de la guerra, tras la batalla de Irún en 1936, y duraron más de cuarenta años.  Se establecieron las primeras colonias infantiles, de los denominados niños de la guerra, en el norte español desde donde irán a Gran Bretaña y Francia.  Un recuento conservador sobre el número de exiliados los sitúa en el medio millón (Hadzelek)  Otras fuentes estiman el número de exiliados alrededor del millón (Exiliados y Balibrea).

            Francia, país vecino y única vía terrestre para huir del fusilamiento y la represión ─ya que Portugal se habia unido a Mussolini y Hitler─, en un primer momento se mostró reacia a abrir las puertas a los exiliados, lo que provocó que muchos no pudieran escapar a la muerte.  Al abrirlas, se vio sobrecogida por la diáspora de exiliados.  Sin disponer de los recursos suficientes para mantener en jaque la hambruna, las enfermedades y el desgaste físico y mental de los recién llegados, Francia los acopló en campos de internamiento sin cobijo alguno, en condiciones infrahumanas, causando numerosas muertes.  El mayor campo de concentración francés conocido fue Rivesaltes donde se estima que se acogieron a unos 20.000 exiliados.  En los últimos meses, en el invierno de 1939, los exiliados del franquismo se hacinaban en los campos de internamiento del sur de Francia, en los Pirineos y el norte de África.
          Al estallar la Segunda Guerra Mundial, muchos fueron capturados y devueltos desde Francia a la España del autodenominado “Generalísimo” donde les esperaba el paredón de fusilamiento.  Grupos falangistas y la policía española ayudaron a la Gestapo con la labor.  Muchos exiliados lograron huir al este francés, como ocurrió con quien fuera el presidente de la Segunda República, Azaña, y Negrín.  Azaña muere poco más tarde.
            Desde Francia, muchos exiliados inmigraron a otros países europeos como Gran Bretaña, Belgia, Dinamarca y Suiza y también a Rusia y los Estados Unidos.  Sin embargo, debido a la proximidad lingüística, fueron países como Chile, Venezuela, Argentina y México los que más exiliados políticos recibieron,  Hadzelek resalta el hecho de que la recompensa económica del intelectual español exiliado en México era “ocho veces más que los académicos mexicanos” (72) por un mismo trabajo.  La gran acogida de México a los exiliados españoles favoreció el que los intelectuales exiliados continuaran con su profesión.  Aquí se funda la Casa de España.  El consiguiente avance del capital cultural benefició mutuamente tanto a la sociedad mexicana de acogida como al propio exiliado.
Es innegable hoy la gran relevancia del exiliado político del franquismo para entender la historia de un pueblo y las reacciones internacionales ante una crisis humanitaria a mediados del siglo XX.  Sin embargo, creo conveniente resaltar que desde las instituciones españolas no ha sido prioridad el difundir un suceso tan enraizado en nuestra identidad cultural.  Se ha ignorado casi por completo, así como tampoco se han dado los medios adecuados para debatir la dictadura en las aulas, con medios para favorecer ese diálogo necesario que vaya borrando la imprenta de la dictadura de nuestra cultura y nuestro compendio ideológico.  Es por ello que, como expone Balibrea, “el estudio del exilio republicano, como una práctica intelectual y política, se ve perseguida por la nostalgia y la melancolía” (6).  Es un tema tabú, a evitar sopena de reabrir una herida que nunca se cerró.
No es de extrañar que hoy aparezcan columnas como las de Pío Moa en La Gaceta rebosantes de paparruchadas como la siguiente sobre los años de la censura, el aislamiento y la miseria en la España de Franco: “de ninguna manera fue [el franquismo] asfixiante ni único. De hecho la literatura y otras manifestaciones culturales florecieron considerablemente, y la mayoría de ellas tenían poco que ver con el catolicismo o con el franquismo. En eso, el régimen fue bastante liberal. Había una censura ridícula”.   Cuanto menos, vergonzoso.  Ayer subí una entrada sobre la censura  durante el franquismo.  Es muy concisa, cierto es, pero documentada.  Los documentos historicos y la investigaciones están ahí.  No cuesta más que un par de minutos y acceso a la Red para cotejar información.  De todas formas están, por ejemplo, las Generaciónes del 27 y del 36 describiendo esa censura y miseria franquista, o la Generación del 50, Matute, Alberti, . . . 
            Con el retorno del Guernica de Picasso a España en septiembre de 1981 se puso un cierre simbólico a esta parte significativa de la historia española.  Aunque Picasso pidió que el Guernica retornase bajo una república, lo hizo en 1981, con una monarquía parlamentaria.  Monarquía que, por otra parte, no fue por voto democrático sino por expresa voluntad del dictador.  De los conocidos exiliados políticos y literatos regresaron al país entre otros Alberti, exiliado a Argentina y Roma con su Cal y Canto o Marinero en Tierra, La Pasionaria, exiliada en Rusia, María Zambrano, Max Aub y su Gallina ciega, exiliado en México, y Francisco Ayala, exiliado en Puerto Rico, Argentina y EEUU.
Trabajos Citados
Balibrea, Mari Paz. “Rethinking Spanish Republican Exile. An Introduction”. Journal of Spanish
Cultural Studies 6.1 (May2005):3-24. Proquest.com. Web. 13 Jan. 2016.
“Exilio”. You Tube. You Tube, 10 Mar. 2013. Web. 13 Jan. 2016.
Hadzelek, Aleksandra. “Places of Exile: the Transculturation of Spanish Exiles in Mexico”.
Journal of the Australasian Universities Modern Language Association 113.1 (2010). 69-85. Proquest.com. Web. 13 Jan. 2016.
Zea, Leopoldo. José Gao: el Transterrado. UAM: Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos: México, D.F, 2004. Print.


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