Friday, December 8, 2017

Spanglish o las cábalas de mal agüero

Nos hemos de convertir en latinos agringados o en gringos hispanizados.  Nunca seremos los dueños de una individualidad colectiva pura y cristalina porque somos el producto de una mezcolanza de 500 años que empezó con el primer contacto con lo gringo en 1492.  Lo que se aplaudió como una era multicultural es una vida perdida felizmente y encontrada en el Spanglish, un dialecto.
Stavans, 2001, p. 10
Elegí este párrafo de la obra de Stavans porque aquí se aprecia el Spanglish como la representación más palpable de la ambigüedad en la identidad de quienes habitan lo que se ha denominado el Hyphen, o en la lengua azteca, la neplanta (Sánchez Muñoz, 2013), esa controvertida tierra de nadie donde confluyen dos culturas y dos lenguas; dos identidades.  Spanglish, vocablo acuñado por el periodista puertorriqueño Salvador Tió a mediados del siglo pasado,  es un término repleto de connotaciones no solo ideológicas y políticas, sino también educativas.  Para unos, la evidencia de las taras de la educación bilingüe, y para otros, el reflejo de una naciente identidad cultural.  Como quiera que fuere, Spanglish ha venido para quedarse.


El contacto entre el español y el inglés en EEUU ha favorecido el surgimiento de este fenómeno definido como (a) la alternancia de código característica de hablantes bilingües y (b) una lengua en sí misma, el “nuevo inglés americano” (Stavans, 2003).  Queda claro que la valoración que se hace del Spanglish  reproduce patrones de prestigio de una lengua sobre la otra.  Este cambio de código en los hablantes hispanos de los EEUU se antoja a veces como una respuesta rebelde a la presión por reforzar una hegemonía lingüística.  Spanglish emborrona los límites creados entre la lengua estándar y aquella relegada a un estamento lingüístico inferior.  Un recurso creativo que desafía prejuicios de valor lingüístico y crea un espacio común donde seguir perteneciendo, reconociendo una identidad cultural y bilingüe en progreso.  Por otro lado, el término en sí conlleva connotaciones peyorativas, aunque puede observarse como va evolucionando, al igual que lo ha hecho el vocablo “chicano” o “chicana” ─usándose ambos términos indistintamente─, desde su valoración denigrante a entenderlo como el resorte para la construcción de una nueva identidad, parte latina y parte anglosajona. 

¿Qué sabemos del Spanglish o la alternancia de código?  Veámoslo desde cuatro posibes perspectivas de la evolución lingüística.
Desde una perspectiva regional, diatópica, el Spanglish se ve caracterizado por particularidades lingüísticas de los hablantes bilingües de cada región.  De ahí el que aparezcan estudios de investigación sobre este uso lingüístico en California, Nuevo México o Texas, por ejemplo.  Es decir, la variación lingüística de cada región se debe a las singularidades idiosincráticas de cada comunidad.  El léxico empleado y las estructuras morfosintácticas dependerán del tipo o dialecto de español e inglés hablado en dichas comunidades.  Esta perspectiva nos ofrece un análisis comparativo de los hábitos lingüísticos de las diferentes comunidades bilingües en los EEUU.
Desde una aproximación vertical dentro de un mismo territorio, o diastrático, Spanglish se entiende como un sociolecto.  Es decir, dentro de una comunidad los hablantes utilizan diferentes registros lingüísticos y variedades formales en ambas lenguas, español e inglés.  Por lo tanto es lógico concluir que el Spanglish, o sociolecto utilizado en esta comunidad, tendrá estas mismas variantes.
El Spanglish dentro de una misma región va evolucionando y reflejando así los cambios lingüísticos tanto del español como del inglés a través del tiempo.  Así pues, desde una perspectiva diacrónica, es interesante conocer como el Spanglish se va desarrollando en una comunidad particular porque nos ofrece una visión muy valiosa de los procesos de aculturación y desarrollo de identidad cultural y adaptación lingüística de sus habitantes bilingües.  El Spanglish se convierte así en un dialecto con una dimensión y trasfondo histórico.
Un último eje de variación por el cual se puede analizar la variedad del Spanglish es el situacional o diafásico.  Este análisis nos permite evaluar el comportamiento lingüístico de un individuo bilingüe y teorizar  sobre la naturaleza del Spanglish que usa, los motivos por los que lo usa (nivel de fluidez en un idioma y en otro, por ejemplo), el contexto o circunstancias en que un hablante lo usa (para reivindicar una cultura sobre otra,  por ejemplo), etc.  Denegar a ese proceso lingüístico su justo valor libre de prejuicios y mitos, es condenar al español al estado de momificación  de las lenguas muertas. 
Como todo asunto que nos toque aquello que consideramos muy nuestro, el sempiterno tema del lenguaje y su conexión con el orgullo del sentir nacional, se deviene espinoso con los obligados  posicionamientos enfrentados.  El profesor Roberto González Echevarría, por ejemplo, en esta entrada  no deja hueco a la duda y zahiere al Spanglish como una amenaza que romperá con la unidad lingüística de Latinoamérica y manchará de forma irreparable la castiza lengua de la Mancha– despachando así de un plumazo la riqueza lingüística entre sus regiones.  Me salgo de mi confort zone, y con este guiño al híbrido lingüístico paso a defenderlo.  El posicionamiento del profesor de la Universidad de Yale nos llega desde una visión simplista, cuando no miope, conservadora en demasía, y preocupante en un académico de la lengua, del fenómeno que venimos comentando.  Me explico: 
a.       Aunque bien es cierto que se observa una alternancia de códigos o Spanglish  entre hablantes con niveles bajos de escolaridad y bajo nivel socioeconómico, este factor no es suficiente para afirmar que el Spanglish es exclusivo de los hablantes bilingües que exhiben estas características.  Muy por el contrario, podemos mencionar al escritor Ilan Stavans o la escritora Gloria Anzaldúa como representantes y defensores del denostado  Spanglish en sus escritos.
b.      Así mismo podemos afirmar que a partir de los movimientos sociales de los años 60 en los EEUU, el Spanglish ha ido adquiriendo una suerte de conciencia política y de aserción de identidad étnica y cultural siendo utilizado por hablantes bilingües con amplio repertorio léxico en ambos idiomas.  Según los resultados de las investigaciones de Jaqueline Toribio (2002) y Torres Cacoullos y Travis (2010), los hablantes con mayor competencia en el cambio o alternancia de código son aquellos con mayor competencia en ambas lenguas, es decir, personas bilingües, contradiciendo así la opinión del profesor de Yale.  Desde mayo del 2003, fecha en la que el profesor González Echevarría se pronunció al respecto, hasta hoy esta variante lingüística refleja el reclamo de una cultura naciente, no como mezcla de otras dos, sino como símbolo de una nueva, con su propia estética, música, literatura (cada vez más), e historia.
c.    Además, siendo que lo que se transfiere del inglés al español, como se verá más adelante, no es la sintaxis, la cual queda intacta, sino el léxico y la pragmática discursiva, el español no corre eminente peligro de disolución.  De ser así, hoy en Nuevo México, por ejemplo, uno de los estados con mayor número de hispanohablantes de los EEUU, la lengua del Cid y Cervantes hubiera desaparecido puesto que ha convivido con la Beowulf y Shakespeare durante siglos.  Spanglish no es un arma inminente de destrucción lingüística ni un "golpe definitivo del imperialismo", sino un recurso personal para desarrollar una identidad bilingüe dentro de tensiones lingüísticas y étnicas latentes.  Reducir a procesos lingüísticos tan complejos con la alternancia o cambio de código a una "invasión del español por el inglés" no solo es negar casi dos siglos de evolución lingüística sino darle la espalda a investigaciones académicas que definen la lengua no como un sistema de códigos estáticos, sino como recursos fluidos para la negociación de significado. Y este fallo, esta falta de imparcialidad, un académico no se lo puede permitir.  
¿Puede ayudar la lingüística a lograr una perspectiva más centrada y justa del problema? Sí y no.  La lingüística por sí sola podría enfocar este fenómeno en cuánto al ámbito del lenguaje, su desarrollo y adaptación desde los diferentes ejes de variación que se han enumerado al principio.  Sin embargo, los factores que envuelven este fenómeno lingüístico son poliédricos y muy complejos, y algunos escapan el ámbito puramente lingüístico como ya se ha comentado.  El lenguaje continúa siendo el vehículo de transmisión de la identidad cultural de sus hablantes.  Spanglish es el reflejo de la vida en el hyphen; no es un proceso lingüístico nuevo nuevo sino un aspecto innato en los hablantes bilingües (Bail y Morini, Newman, 2015). 
Yo creo que se necesita del reconocimiento oficial del Spanglish por parte de las instituciones tanto educativas, como aquellas encargadas de la divulgación y conservación de una variante lingüística.  Reconocimiento, digo, si no como una lengua per se, sí como un símbolo significativo de identificación cultural y social.  Nos adentramos aquí en una aventura quijotesca, cuando no quimérica, a tenor de las confrontadas aptitudes sobre el debate lingüístico en los EEUU.  Además, para que el Spanglish reciba el interés y valoración que se merece es necesario entender el fenómeno con mayor precisión en cuanto al cuerpo léxico y las normas lingüísticas que lo rigen. Es necesario abordar la tarea sin prejuicios de valor ni mitos lingüísticos.  Los estudios académicos al respecto ya han demostrado la existencia de ciertas reglas sintácticas que rigen su producción.  El Spanglish no es producto de cambios aleatorios, sino que esta alternancia de lenguas en una misma elocución obedece a patrones predecibles y está regida por restricciones de las estructuras lingüísticas.
Por ejemplo, sucesivas investigaciones han demostrado que el Spanglish o la alternancia de código afecta de manera sistemática a la fonología pero deja intacta la sintaxis: “Oh so entonces no misstiste nada”.  También se aprecia la repetición de la estructura gramatical precedente, pero sin convergencia o cambio: “Sure I am glad que yo no estoy” (Torres Cacoullos y Travis, 2010, 2015).  Además, según Fairchild y van Hell (2015), existe una jerarquía orgánica en la estructuración de una lengua matriz, donde la lengua matriz gobierna la estructura morfosintáctica y la lengua insertada aporta sustantivos, verbos, adjetivos: "mi otra sister”, “I see la cow”, o "yo fui a la store".  De este modo, la estructura sintáctica del Spanglish vendría dotada de una asimetría entre ambas lenguas, siendo el español la lengua matriz, dominante en la elocución donde alternan vocablos ingleses.  El español produciría los elementos gramaticales de la elocución como los artículos, lexemas, o pronombres, mientras que el inglés insertaría nombres, verbos y adjetivos, que son adaptados fonética y morfológicamente a los parámetros de la lengua matriz.  
Los estudios lingüísticos hasta la fecha demuestran que la alternancia de código no se da de forma aleatoria, aunque no hay consenso en cuanto a los procesos gramaticales en locuciones con alternancia de código.  Como se especifica arriba, los estudios sobre la estructuración por la lengua matriz sí confirman una jerarquización de las lenguas participantes.  En cambio, otros investigadores proponen que estos cambios de código siguen los postulados chomskianos de la lingüística generativa o Gramática Universal.  Desde esta perspectiva generativista, los cambios irían regidos por normas y requisitos propios de cada lexicón más los inherentes juicios de gramaticalidad.  Ambas teorías están de acuerdo en que lo que se transfiere de una lengua a otra no es la sintaxis, que queda intacta, sino los vocablos o léxico de cada lengua y la pragmática discursiva.  De aquí se puede deducir que la inserción de términos del inglés no constituye un cambio lingüístico, sino más bien una adopción cultural -o conceptual si se quiere. 
Llegados a este punto, interesa hacer notar la progresiva desaparición del uso del subjuntivo en el español hablado en los EEUU.  Se produce así una simplificación morfológica que propicia un aumento en la utilización del indicativo cuando se establece la conexión entre ambas lenguas.  Pudiera entenderse este creciente abandono del modo subjuntivo en contextos bilingües como la tendencia a reducir la complejidad semántica y el cargo cognitivo en las situaciones interpersonales.  El hecho es que con las nuevas generaciones, la semántica del subjuntivo va dando paso al condicional o al indicativo.  Algunos investigadores han visto en este proceso una inferencia del inglés sobre el español, pasando de lleno, de un mero rasgo conceptual o semántico, al aspecto sintáctico de la lengua.  Sin embargo, aunque su uso se ve reducido, hablar de su plena desaparición en un futuro es entrar en las cábalas de mal agüero que me proponía desmontar con este post.
Las lenguas hoy en uso están necesariamente en contacto entre sí, especialmente, y usando la expresión de Vail (1996), en las aguas blancas de la globalización.  Adquirir un conocimiento amplio de cómo se producen estos cambios de lengua, las normas y estructuras sintácticas que los rigen, y los motivos que los impulsan es un paso hacia una valoración justa del Spanglish como símbolo de identificación cultural y social así como una  estrategia comunicativa entre los hablantes con competencia lingüística en dos o más lenguas. 
Así mismo, creo necesario que futuros trabajos de investigación aborden el tema sin tabúes, estereotipos, o prejuicios.  Solo así podrá no solo entenderse el complejo proceso de culturización y las tensiones sociolingüísticas de quienes viven entre dos mundos sino también hacer justa valoración de los aspectos socio-pragmáticos que mueven la evolución de las lenguas en contacto.    
Obras citadas

Bail, A., Morini, G., Newman, R. (2015). Look at the gato! Code switching in the speak of toddlers. Child language, 42, 1073-1101. doi:10.1017/S0305000914000695

Fairchild, S., & Van Hell, J. G. (2015). Determiner-noun code-switching in Spanish heritage speakers. Bilingualism: Language and Cognition, 1, 1-12. doi:10.1017/S1366728915000619

Sánchez-Muñoz, A. (2013). Who soy yo?: The creative use of "Spanglish" to express a hybrid identity in   Chicana/o heritage language learners of Spanish. Hispania, 96(3), 440-441. Retrieved from http://muse.jhu.edu.ezproxy1.lib.asu.edu/journals/hispania/v096/96.3.sanchez-munoz.html

Stavans, I. (2001). The Hispanic condition: The power of a people (2nd. Ed.). New York: Harper Collins. Print

Stavans, I. (2003). Spanshlish: The making of a new American language. New York: Harper Collins. Print.

Toribio, Jaqeline, (2002): Spanish-English code-switching among US Latinos. Int’l. J. Soc. Lang. 158 (2002), pp. 89–119. doi: 0165–2516/02/0158–0089

Torres Cacoullos, R.,& Travis, C. E. (2010). Testing convergence via code-switching: Priming and the structure of variable subject expression. International Journal of Bilingualism, 15(3), 241-267. doi:10.1177/1367006910371025

Torres Cacoullos, R., & Travis, C. E. (2015). Gauging convergence on the ground: Code-switching in the community. International Journal of Bilingualism, 19(4), 365-365. doi: 10.1177/1367006913516035




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