Sunday, April 9, 2017

¡Croak! o Las 50 sombras del fascismo español.

Redacté lo que sigue hace ya un par de años y cada vuelta de calendario se acumulan multitud de casos pertinentes al abuso y la corrupción de poder político y ecómico.  Una ensordecedora cacofonía anfíbia que asfixia la razón. 
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Dicen que nuestra cultura, la occidental, tiene como trasfondo una democracia liberal.  Es decir, que son los nuestros sistemas políticos marcados por el sine qua non de los procesos electorales libres y justos.  Vale.  ¿Y si los elegidos por tu voto libre y justo nos salen rana?  ¿Qué queda de una democracia cuando la retórica de sus políticos es intolerante, racista, fascista, o neonazi?  El rey nos los dijo clarito: “lo peor que podemos hacer es . . . perseguir quimeras”.  Pues eso.  Inútil afanarnos en buscar un Estado de bienestar democrático —aquél donde las leyes sean la salvaguarda contra la injustica y la desigualdad cuando pareciera que el voto de la mayoría, ese beso de princesa adulterado, acabó por transformar la ultrajada democracia en un pantano aciago.
   
Cuentan que las ranas nadan a sus anchas en el interior de las vallas del Congreso. 

En la cadena evolutiva, el ser humano no comparte ADN con los anfíbios.  Por eso, nos parece ajeno a nuestra naturaleza, desalmado si se quiere, el que  Rajoy o Fernández Diez o Cifuentes o  Cospedal distorsionen y manipulen el sentir de los miles de manifestantes que se acercaron al Congreso con el agua hasta el cuello.  A nuestros dirigentes les conviene mantener las aguas frías y turbulentas, el hábitat natural de estas ranas sin pulmón, aunque se ahogue el pueblo.  Se requiere sangre fría y muy poca decencia para ningunear el sufrimiento de un pueblo mientras se premia la obediencia ciega, el silencio, la sumisión.  Represión.  Nuestras 50 sombras del fascismo hoy, estilo E. L. James.  

Observando las imagines aparecidas en los periódicos sobre la actuación policial, pareciera que se cumple de nuevo nuestro sino.  Volvemos a la mofa y la muerte en que acabó el esfuerzo de D. Quijote de elevar la imaginación sobre una realidad cruda.  Nuestros dirigentes atenazan los derechos básicos de unos ciudadanos que sobreviven la frialdad de unas políticas que les son ajenas.  Con el tiempo, la desigualdad socioeconómica se irá disolviendo entre estas aguas cenagosas hasta que la respiras inadvertidamente.  O respiras o mueres.  La mente se irá liberando de su capacidad más humana y se someterá sin resistencia al vigilo de la justicia prescrita por el sapo del prejuicio moral.  Transcurre pues nuestra democracia entre las contracorrientes de las palabras y los hechos de este gobierno anfibio que vive sumergido en la mentira y la represión.  Los comentarios de nuestros gobernantes en la prensa de hoy parecieran salidos de quienes asisten satisfechos ya a la mutación por la cual el ser deja de ser humano para volverse quimera.  Lo que pudo haber sido antes del sueño de la razón.


 Algunas de las fotografías difundidas por la prensa  parecen salidas de Los Caprichos goyescos.  Imágenes delirantes de seres extraños y su relación con la bestia, desvelando la verdadera naturaleza síquica de nuestros gobernantes.   Esta simbiosis de lo real y lo onírico se aprecia además en la creación de una página web, por ejemplo, como símbolo de transparencia para el obscurantismo de una monarquía que se empeña en seguir siéndolo.  Y para no salir de este crepúsculo entre lo humano y la bestia, una reforma educativa que incrementa el desnivel académico y amenaza acechante la igualdad; palabra que, por otro lado, se afana por poder reconocerse a sí misma, por recobrar su sentido puro, humano.  Todo un mundo onírico y sobrenatural, el nuestro, que supera la ficción con creces.  ¿Qué necesita España para despertarse?  Según las cosas, una espera que en cualquier momento la rana engulla de un lengüetazo pringoso nuestra democracia desmembrada, dejándonos pues sumergidos en aguas pantanosas, sin alma, respirando por la piel. ¡Croak!

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