Hace un mes publiqué un comentario sobre
el denominado Spanglish haciendo referencia en él a la opinión, a mi entender equivocada, del profesor González Echevarría. Creí oportuno seguirlo con este breve estudio lingüístico sobre este fenómeno porque el mejor camino para valorar justamente este proceso es entender su origen y las normas que lo rigen.
Los procesos morfosintácticos
en la alternancia de códigos
El
consenso entre los investigadores en el campo de la lingüística constata que la
alternancia de códigos (AC) no es un fenómeno nuevo, sino que en realidad es un
componente integral en el discurso oral de los hablantes bilingües (Fairchild, 2015;
Toribio, 2012; Torres Cacoullos y Travis, 2015). Las primeras investigaciones surgieron con la
incipiente aparición de este fenómeno lingüístico en comunidades multilingües
como New México (Torres Cacoullos y Travis, 2010) o California (Dumitrescu,
2014). Los investigadores definen la AC
como “una secuencia yuxtapuesta de varias palabras del español y el inglés” (Torres
Cacoullos y Travis, 2010, p. 242), “la alternancia en el uso de más de un código
lingüístico” (Lin, 2013, p.195) o “una estrategia del discurso generalizada en
comunidades bilingües” (Ribot y Hoff, 2014, p. 333). A pesar de la consistencia en la definición del
concepto de AC como el cambio de una lengua a otra en un mismo acto
comunicativo de los hablantes bilingües, las investigaciones muestran la ardua
tarea de delimitar con precisión este fenómeno lingüístico. Por ejemplo, Sánchez Muñoz (2013) y
Dumitrescu (2014) integran el término Spanglish
dentro de la AC. Lin (2013) y Torres
Caucollos y Travis (2010, 2015) no distinguen entre mezcla de códigos –code mixing− y alternancia de códigos –code switching−, mientras que Pfaff
(1979) considera la AC y el préstamo léxico como dos tipos de mezcla de
códigos. El término AC ha sido utilizado
para describir una transferencia léxica y-o gramatical así como también un
préstamo lingüístico (Raymond, 2012). Sin
embargo, lingüistas como Torres Cacoullos y Travis (2015) no aceptan los
préstamos léxicos como AC. Por ejemplo,
en la elocución “te castigó Dios, por an- andar de taite” (p. 375), Torres
Cacoullos y Travis no ven AC, considerando <taite> como un préstamo del inglés <tight> que ha sido adaptado al sistema fonológico y léxico del
español.
Además de la ambigüedad terminológica,
se aprecian tres puntos de discrepancia significativos
en las investigaciones lingüísticas. Desde
una perspectiva sintáctica, no existe una consistencia en establecer dónde
ocurre con mayor frecuencia la AC en el discurso oral de los hablantes bilingües
de los EEUU. En el presente estudio la
mayoría de las muestras están sacadas de ejemplos de AC intrafrasal, es decir,
dentro de la frase y-o dentro de un mismo sintagma: “¿Dónde estás teaching?”
(Pfaff, 1979, p. 299) o “So yo y un bunche de guys” (Pfaff, 1979, p. 309). Además, se analizan algunos ejemplos de AC
interfrasales; esto es, cuando el cambio de lengua ocurre entre las oraciones:
“I like the red house! ¿A ti cuál te gusta?” (Bail, Morini y Newman, 2015, p.
1074). De igual modo, los lingüistas
discrepan sobre la existencia −y en caso afirmativo, el análisis− de las normas
sintácticas apreciables que anuncien o rijan la aparición de AC. Un tercer punto de incongruencia en las
investigaciones consiste en considerar la AC como un mecanismo que conduce a la
convergencia gramatical o simplicidad de las estructuras morfosintácticas de
las lenguas en contacto.
Este
estudio breve se propone hacer un análisis conciso de las recientes
investigaciones lingüísticas acerca de los procesos sintácticos que se llevan a
cabo en el discurso oral en situaciones donde el español y el inglés entran en
contacto en los EEUU. Para llevarlo a
buen término, y debido a la dificultad que supone en ocasiones el distinguir de
forma inequívoca entre estos procesos del habla, como se indicó en el párrafo
anterior, el presente estudio incluirá los procesos de code mixing, Spanglish, transferencia
y préstamo léxico por entenderlos como pertenecientes al mismo fenómeno por el
cual un hablante bilingüe hace uso de la estrategia lingüística donde se alternan
varias lenguas, es decir, la AC. No
obstante, se harán notar los casos en los que haya desacuerdo según las investigaciones
que se analicen para el presente estudio. Este estudio se propone analizar los patrones morfosintácticos
más significativos que se establecen en discursos con AC y las posibles
restricciones estructurales o juicios de gramaticalidad que rigen estos
patrones desde una perspectiva morfosintáctica.
Este estudio se ve enmarcado por las siguientes tres preguntas:
P1:
¿Se puede hablar de una alternancia de códigos aleatoria?
P2:
¿Hay convergencia en la estructura gramatical de elocuciones con AC?
P3: ¿Existe una relación asimétrica entre las lenguas
participantes en elocuciones con
AC?
Con
este breve estudio la autora espera clarificar de la manera más concisa posible
algunos de los procesos morfosintácticos más significativos y problemáticos
relacionados con la AC entre el español y el inglés en los EEUU. Es importante hacer notar que un número
significativo de los estudios incluidos en este trabajo realizaron la cogida de
datos en un contexto artificial, es decir, en un laboratorio, y a través de información
cuantitativa y cualitativa obtenida de cuestionarios y de entrevistas y
observaciones en un contexto estructurado.
Los estudios de Pfaff (1979) y Torres Cacoullos y Travis (2010, 2015) sí
recogieron la totalidad o parte de sus datos de conversaciones espontáneas
entre hablantes bilingües. A pesar del
consenso entre los lingüistas sobre la importancia de recoger información
mediante observaciones de discursos espontáneos entre hablantes bilingües, son
escasas las investigaciones de esta naturaleza.
P1. ¿Se puede hablar de una
alternancia de códigos aleatoria?
Los
primeros estudios realizados sobre el tema aparecieron alrededor de la década
de los setenta. Dada la aparente
maleabilidad y ubicuidad de la AC desde un punto de vista discursivo, los
primeros investigadores asumieron que la AC se producía al azar (Raymond, 2012;
Timm, 1975). Un análisis detenido de las
estructuras morfosintácticas en contextos de AC mostró claras restricciones que
gobernaban la AC en el discurso bilingüe.
Una
de las primeras normas en aparecer fue La
restricción del morfema libre −Free
Morpheme Constraint en su versión original inglesa. Esta hipótesis de la lingüista Poplack (1979)
describe la imposibilidad de alternar morfemas de otra lengua dentro de una
misma palabra como sería el caso de “estoy
talkando” (citado en Raymond, 2012, p. 216). Más recientemente, lingüistas a favor de la
gramática generativa chomskiana como Macswan (2005) y Van Gelderen y MacSwan (2008) han
apoyado esta teoría argumentando, desde una perspectiva sintáctica minimalista,
que los procesos de la gramática universal (GU) no permitirían juicios
agramaticales del tipo “talkando”. Es decir, que la AC ocurrirá cuándo y dónde
no se rompa con la regla morfosintáctica de cada lengua. Sin embargo, han aparecido estudios que
desafían La restricción del morfema libre.
Por ejemplo, en un estudio del discurso de hablantes de español chicano e
inglés, Silva Corvalán (1980) encontró
ejemplos de AC que contradicen la hipótesis de Poplack: “sainos” (signs),
“dichamos” (ditch), “yampean” (jump) o “yoinan” (join) (p. 81). Pfaff (1979) ya había observado una
predominancia de verbos en inglés morfológicamente adaptados al español. Como podemos apreciar en el estudio de Silva
Corvalán, es fundamentalmente en eta adaptación de formas verbales del inglés
al español donde se muestra una incongruencia con la hipótesis de restricción
de morfemas libres.
Otra
de las restricciones más significativas es la que se refiere a los sujetos y
objetos pronominales y sus verbos. Según
Timm (1975), entre estos componentes no se da la AC dado que estamos ante una
de las estructuras sintácticas más fijadas en las lenguas indo-europeas. El pronombre objeto en español precede al
verbo conjugado: les dijo, lo ve, mientras que en inglés lo siguen: He told
them, She sees it. Así, no se ha
encontrado casos de AC del tipo: “To them dijo” o “She sees lo”, puesto que,
además de deshacer una estructura fijada, se estaría violando otro de los
principios sintácticos que rigen la AC: el
principio de continuidad o equivalencia estructural –equivalence constraint en su versión inglesa original. Según el principio de equivalencia
estructural, un cambio no puede ocurrir cuando la regla que lo genera en su
idioma no es compartida (o similar) en la otra lengua participante en la AC
(Macswan, 2005; van Gelderen y MacSwan,
2008).
Las perífrasis verbales del
tipo “debo de esperar” y-o formas verbales compuestas por un auxiliar y un
verbo principal son otro de los contextos donde Timm (1975) no encontró
AC. Según los lingüistas, la centralidad
del verbo como núcleo de la oración, sobre todo en las lenguas indo-europeas,
hace improbable la AC en estos contextos.
Además, el tiempo es una categoría verbal obligatoria con lo que, por naturaleza, no se puede
concebir una AC entre estos componentes (Pfaff, 1979). De este modo, elocuciones como “must esperar”, “estaba walking” o “debo wait”
no son posibles (Timm, 1975, p. 478).
Sin embargo, aparecen algunas excepciones a la regla que conciernen
precisamente a préstamos lingüísticos.
Esto se explica de nuevo por la adaptación morfológica, léxica, y
fonética del préstamo al sistema lingüístico de la lengua que lo adopta. Timm va más allá y afirma que estas adaptaciones
se deben a la tendencia “de disminuir las diferencias estructurales entre ambas
lenguas” (p. 479). Volviendo a la
centralidad del verbo y sus morfemas de tiempo y modo en español, esto hace que
en situaciones de contacto entre el español y el inglés, sea el menos marcado
el que se adapte dándose así formas como “estaba training para pelear” (Pfaff,
1979, p. 296). Es común así encontrar
elocuciones del tipo “(he) was wachando” o “estaban chopeando” (Timm, 1975, p.
478).
En el ámbito de los
sintagmas nominales (SN), los lingüistas han encontrado más variedad o
permisibilidad en la AC dependiendo del tipo de SN. Por lo general, no se produce AC entre un
sustantivo y un adjetivo adyacente. En
cambio, en SNs del tipo Determinante + Sustantivo ocurren bastante. Esto se debido a que ambas lenguas, español e
inglés, siguen el mismo orden de morfemas en SN con solo un determinante y un
sustantivo (Pfaff, 1979; Timm, 1975; Macswan, 2005). Por otro lado, Timm (1975), Pfaff (1979) y
Torres Cacoullos y Travis (2010) encontraron numerosos casos de AC donde los
dos primeros vocablos o los dos últimos estaban en un mismo idioma: “the same
night” y “mi único pleasure” (en Pfaff, 1979) y “mi otra sister” (en Torres Cacoullos
y Travis, 2010), por ejemplo. Según
Timm, “los sustantivos y adjetivos ingleses tienden a adaptarse a la morfología
y fonología del español . . . . Otra clase de lexemas (preposiciones,
conjunciones, etc.) no se adaptan pero [igualmente] se usan en contextos de AC”
(p. 481). Por último, aunque por lo
general se tiende a mantener el género gramatical de acuerdo con el sistema
dual español (masculino y femenino) en los casos de AC, se observa una
evolución hacia la neutralización favoreciendo al masculino en los préstamos
del inglés al español: unos traditions
(en Pfaff, 1979), mira, un orange! (en
Bail et al., 205, p. 1084), el research, un people person (en Jake,
Myers-Scotton, & Gross, 2002).
Hasta ahora hemos visto
algunas de las restricciones más significativas para la aparición de AC en contextos intrafrasales. La aparición de AC en ámbitos interfrasales
es de más fácil delimitación y análisis puesto que se analizarían de acuerdo
con los procesos discursivos monolingües propuestos por la gramática
generativa. Por ejemplo, Raymond (2012) vio
la AC interfrasal como un cambio ente los hablantes:
-
Hablante
A: ¿Quieres algo de comer?
-
Hablante B: Yes,
please. I'm hungry. (p. 215)
También
muestra la AC interfrasal en el discurso de una persona bilingüe como dos
oraciones independientes: “quiero ir al
cine esta noche. A new horror movie just opened” (p. 215). En ambos casos las restricciones
morfosintácticas son aquellas propias de cada lengua particular como corresponde
a los juicios gramaticales de a una elocución monolingüe. En este respecto, es interesante hacer notar
que Bail et al. (2015) encontró numerosos casos de AC interfrasal con la
finalidad de llamar la atención de su interlocutor o de repetir-traducir la
oración anterior en el otro idioma: “Look
at this! ¡Mira!” (p. 1085).
P2. ¿Hay convergencia en la estructura gramatical de
elocuciones con AC?
Pese
a la incipiente labor de estudios científicos que tratan de demostrar con
precisión la naturaleza y la presencia sistemática de la AC en determinadas
estructuras morfosintácticas como se describió en el apartado anterior, hoy no
se puede hablar de consenso en este campo.
Varios factores influyen en la inconsistencia de los resultados en las investigaciones.
Uno de ellos consiste en la dificultad de obtener un historial lingüístico individual
y preciso dada la significativa
diversidad de hablantes adultos bilingües en los EEUU (Jake,
Myers-Scotton y Gross, 2005). Otro
factor es el hecho de que el bilingüismo en los EEUU, en particular las
comunidades inmigrantes de habla española, siga un proceso de desaparición en
las sucesivas generaciones de inmigrantes, describe la AC como un signo de
transición, y como tal, es difícil de analizar diacrónicamente para alcanzar
unos resultados más definitivos acerca de esa sistematicidad que los lingüistas
tratan de demostrar y describir en detalle. Torres Cacoullos y Travis (2010, 2015), por
ejemplo, no vieron que la AC sea un mecanismo de cambio o convergencia
gramatical, precisamente por la falta de constancia en los cambios y la
temporalidad del fenómeno lingüístico.
Los autores vieron en cambio que se produce “una yuxtaposición de
secuencias con múltiples vocablos las cuales mantienen una consistencia interna
con los patrones morfosintácticos de sus respectivas lenguas” (p. 242).
En
su estudio sobre la AC en la comunidad bilingüe de Nuevo México, Torres
Cacoullos y Travis (2010) advirtió un aumento del pronombre sujeto de primera
persona singular (yo) explícito en contextos de AC, por ejemplo en “sure I am
glad que yo no estoy” (p. 258). Los
autores no ven este aumento como una convergencia con la sintaxis del inglés
que se caracteriza por sus pronombres sujeto explícitos. Los autores justifican este aumento basándose
en el fenómeno lingüístico denominado syntactic
priming, es decir, la imitación de
la estructura sintáctica anterior. Se
establece así un paralelismo sintáctico entre ambas lenguas. Los autores entendieron que se dan casos de
adaptación morfológica y fonológica pero que la sintaxis queda intacta. Además, para Torres Cacoullos y Travis “las
estrategias de combinación de lenguas en contacto son específicas de cada comunidad” (p. 247).
En
la siguiente elocución Torres Cacoullos y Travis (2015) describieron la AC en
base a las pausas prosódicas y al paralelismo sintáctico, afirmando que estos
cambios no se producen por la AC sino por “otros mecanismos operativos en la
variación y el cambio del lenguaje (syntactic
priming, contexto fonético, etc.). En cualquier caso la sintaxis de ambas
lenguas queda intacta:
… y
en inglés,
when
I´m speaking,
… hay
veces que quiero poner una …
Spanish word in there. (p.370)
Una de las aproximaciones al análisis de la existencia o
no de convergencia gramatical en contextos con AC y que recibe apoyo significativo
dentro de la comunidad de investigadores en el campo de la psicolingüística es
el Programa Minimalista (PM). Según el
PM las elocuciones emitidas por hablantes bilingües en donde se produce una AC
pueden ser analizadas por sus dos componentes fundamentales: (a) el sistema
computacional −e inherente a todas las lenguas− del lenguaje humano y (b) las
particularidades lingüísticas del sistema léxico de cada lengua participante en
la AC (Fairchild y van Hell, 2015; Macswan, 2005; van Gelderen y Macswan,
2008). No se requiere otro mecanismo
aparte para explicar la producción de los cambios morfosintácticos. Para estos lingüistas, la producción del
lenguaje, también en discursos bilingües donde se produce la AC, sigue las
reglas chomskianas de la lingüística generativa. De este modo, los cambios morfosintácticos
observados en la AC corresponden a los juicios de gramaticalidad apropiados
para cada lengua según los contextos. Es
decir, que ambos −el discurso monolingüe y el bilingüe con incidencia de AC−
son producto de unas mismas reglas/juicios gramaticales generativos e
inherentes al lenguaje humano.
El
PM predice que cuando se produce AC la lengua que codifica más morfemas
funcionales, como es el caso del género gramatical y la conjugación verbal en
español frente al inglés, será la que dé los morfemas funcionales en contextos
de AC (Fairchild y van Hell, 2015; Macswan, 2005). Por ejemplo, según el PM “´la cow´ aparecerá en más ocasiones que ´the vaca´” (Fairchild y van Hell, 2015,
p. 2). Así mismo, Macswan (2005)
entiende los préstamos lingüísticos como vocablos que “han sido incorporados
léxica, sintáctica, morfológica y fonológicamente a la lengua que los adopta”
(p. 11) mediante los citados juicios de gramaticalidad y las particularidades
de cada lengua. El autor además afirmó
que a nivel fonológico no puede haber mezcla de sistemas lingüísticos. Así, el autor explica la elocución “Juan
parqueará su coche” (p. 7) mediante el teorema de Disyunción de la forma
fonética (DFP) o Phonetic Form Disjuction
Theorem. El DFP predice los cambios fonológicos,
morfológicos, léxicos y sintácticos en parqueará
como lo hace la Restricción del morfema libre de Poplack al que se hizo
referencia en el apartado anterior. Sin
embargo, la diferencia más significativa
entre el DFP y el principio de Poplack consiste en que el DFP es “un proceso de
deducción a partir de información básica de la naturaleza de las reglas de
orden fonológico y sintáctico” (Macswan, 2005, p. 7).
Para
Macswan (2005), en la producción de AC no se da una convergencia gramatical,
sino un enjuiciamiento gramatical a partir de la gramática universal y los
constituyentes particulares de cada lengua. Para Macswan (2005), la adaptación lingüística
se lleva a cabo en el nivel “profundo” de la gramática universal, del mecanismo
común a todas lenguas, mientras que la Restricción del morfema libre de Poplack
y que adoptan los proponentes del principio
de estructuración por la lengua matriz (ELM), sitúa la adaptación al nivel
“superficial” de las producciones discursivas específicas de cada lengua. Con todo, se puede observar una superposición
de ambas hipótesis, con el teorema de Macswan ejerciendo un mayor alcance
fonológico y morfosintáctico puesto que, según Macswan (2005), en ocasiones no
se puede determinar con exactitud cuál es la lengua que aporta la estructura
funcional en las elocuciones bilingües.
Este
punto nos lleva a la siguiente y última pregunta de este estudio. A continuación se va a analizar de forma
breve y concisa la ELM. Esta
aproximación al fenómeno de las lenguas en contacto se basada en el corpus
discursivo de los hablantes bilingües para analizar la convergencia gramatical
en la AC. De acuerdo con sus
investigadores, existe una clara asimetría entre las lenguas participantes en
la AC.
¿Existe una relación asimétrica entre las lenguas
participantes en elocuciones con AC?
Para Jake, Myers-Scotton y Gross (2002, 2005), el PM no
puede explicar los procesos
morfosintácticos
que se llevan a cabo en la AC a no ser que se establezca la existencia de una
lengua matriz que otorgue unidad morfosintáctica a la nueva estructura. Para ello, Jake et al. analizan los cambios
de la AC mediante la ELM. Según la ELM,
una de las lenguas es la encargada de suministrar los morfemas funcionales y
dar así unidad morfosintáctica a la elocución bilingüe con AC. La otra lengua participante en la AC se
insertaría dentro de este marco funcional aportando sustantivos, adjetivos, y verbos. Se ve así una clara jerarquización de las
lenguas participantes en la AC. Los
contextos lingüísticos con AC se explicarían con el binomio lengua matriz (LM):
lengua insertada (LI) (Jake et al., 2002), el cual simboliza esa asimetría de
las elocuciones bilingües analizadas en este estudio.
Por
ejemplo, en la elocución “An abeja bit me” (Jake et al., 2005, p. 274), la AC se da en el sintagma nominal, entre el determinante en inglés y el sustantivo
en español, en una oración cuyos morfemas funcionales proceden del inglés. Según Jake et al. (2005), la estructura
morfosintáctica de la elocución anterior se explica por la existencia de una LM
que la enmarca morfosintácticamente, el inglés, y una LI, el español, que
aporta el sustantivo abeja tras un
determinante en inglés. Según la ELM, la
elocución “I see la cow” (Fairchild y van Hell, 2015, p. 2) rompe con los
parámetros del binomio LM:LI, puesto que el determinante debe de ir en la LM, con
lo cual esta elocución raramente se da.
En
cuanto a la composición morfosintáctica de la AC en “Después tengo que hacer a lot of paperwork” (Jake et al., 2002, p.
81), donde aparecen más de una palabra de la LI: lot of paperwork, según la ELM es una construcción que mantiene la
unidad de la estructura sintáctica de la LM.
La inserción de un sintagma nominal en inglés dentro de una elocución en
español es gramatical siempre y cuando se mantenga la estructura
morfosintáctica de la LM, en este case del español. Por último, y coincidiendo con los resultados
de género gramatical discutidos al inicio de este trabajo, Jake et al. (2002)
notaron la prevalencia del género gramatical masculino en las elocuciones con
AC, en concreto “el 81.1% de los casos analizados de género femenino se daban
con determinante masculino” (p. 83), como por ejemplo: el doorway, el research
y unos people (pp. 82-83).
Conclusiones
y futuras investigaciones
Con
lo expuesto en este breve análisis de la literatura existente sobre la AC se
puede afirmar que los resultados a día de hoy no son concluyentes en cuanto a
las causas de los procesos morfosintácticos en contextos con AC. Los factores que afectan el discurso bilingüe
en los EEUU son tan poliédricos como complejos.
He intentado exponer algunos, entre ellos la significativa diversidad en
la competencia lingüística de los hablantes bilingües en los EEUU y la
tendencia a perder progresivamente el bilingüismo a través de las distintas
generaciones, haciendo difícil un estudio sistemático y diacrónico de los
procesos que rigen la AC.
No
obstante, los lingüistas han visto unas normas claras en la producción de la
AC. La AC no es fruto del azar, sino que
se rige por ciertas restricciones morfosintácticas. Los lingüistas también se ponen de acuerdo en
que no se puede mezclar sistemas fonológicos en la producción de una misma
palabra.
En
cuanto a la convergencia gramatical, los resultados no son unánimes y depende
de la perspectiva lingüística. Por
ejemplo, desde la perspectiva generativista chomskiana, la AC se produce a
nivel de la gramática universal dependiendo de las particularidades
lingüísticas de cada lengua. En este
sentido, no se produciría una convergencia gramatical sino unos juicios de
gramaticalidad donde dos sistemas lingüísticos están involucrados.
Para
lingüistas como Torres Cacoullos y Travis (2010, 2015) existe un paralelismo
morfosintáctico que obedece a los principios de unidad de la estructura
sintáctica. Los autores no entienden la
AC como un mecanismo que promulgue el cambio gramatical. Las estructuras morfosintácticas en la AC
quedan intactas, afectando, eso sí, el sistema fonológico.
De
acuerdo con la ELM, existe una clara asimetría entre las lenguas participantes
en la AC. Esta asimetría queda explicada
en el binomio LM:LI, donde LM es la encargada de dotar a la elocución con AC
del marco funcional sintáctico. Los
autores han visto en la asimetría entre las lenguas participantes el reflejo de
la diferencia de prestigio o dominio social entre esas lenguas en cada
comunidad (Lin, 2013; Ribot y Hoff, 2014; Toribio, 2002). Además, los lingüistas han señalado ciertas
características personales del hablante bilingüe como posibles causas de esta
asimetría: (a) la desigualdad de competencia lingüística del hablante en ambas
lenguas (Fairchild y van Hell, 2015) y (b) la habilidad de creatividad
expresiva. Sin embargo, los resultados
de estos estudios no son compartidos de manera unánime. Es necesario hacer notar que los estudios incluidos
en este estudio no observan asimetría entre el inglés y el español, por
ejemplo, cuando la AC es interfrasal, sino que “existe un cambio pleno de la
gramática y el léxico entre las lenguas” (Bail et. al., 2015, p. 1077).
Creo necesario profundizar en las
investigaciones sobre el acto comunicativo donde dos o más lenguas entran en
contacto por varios motivos. Primero,
por el hecho de que el fenómeno de la AC ha sido estigmatizado, prejuzgando a
quienes lo usan como ignorantes o poseedores de una competencia lingüística
pobre, lo que llevó a la creación de los términos Tex-Mex o Spanglish con
una connotación peyorativa (Montes Alcalá, 2012). Sin embargo, sucesivas investigaciones han
desafiado estos juicios de valor (por ejemplo en Bail et al., 2015). En este punto, creo necesario
subrayar el consejo de Torres Cacoullos y Travis (2015) para futuros trabajos
de investigación en este respecto: “Los futuros análisis del discurso
[espontáneo de hablantes bilingües] deben de ser responsables, esto es, libres
de ofrecer resultados selectivos (por subjetividad, por estereotipos o
percepciones categóricas)” (p. 380).
Creo
que sólo mediante objetivas investigaciones que detallen la complejidad de
factores lingüísticos influyentes en el proceso de AC, junto con una
descripción de las complejas relaciones de poder sociolingüísticas y de los
valores asociados con las diferentes lenguas que rodean la interacción en dos o
más lenguas en cada comunidad se podrá avanzar en la desmitificación y-o justificación
de estos intercambios comunicativos. Siguiendo
la asunción de Toribio (2002), para entender mejor el comportamiento
lingüístico que subyace en la AC se hace necesario un análisis detallado de los
factores sociales, culturales, y psicológicos que lo rodean (p. 90). Por último, las lenguas hoy en uso están
necesariamente en contacto entre sí, especialmente, y usando la expresión de Vail
(1996), en las aguas blancas de la
globalización. Adquirir un conocimiento
amplio de cómo se producen estos cambios de lengua, las normas y estructuras
sintácticas que los rigen, y los motivos que los impulsan es un paso hacia una
valoración justa de la AC como símbolo de identificación cultural y social así
como una estrategia comunicativa entre
los hablantes con competencia lingüística en dos o más lenguas.
Obras
Citadas:
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